Hay algo en ver dos cuerpos pegados, con piernas entrelazadas en tijera, solo rozándose con ganas. Las escenas suelen pasar en sofás suaves o camas desordenadas, donde cada cambio de posición y gemido se siente más fuerte. A veces se ve un pañuelo de seda tirado cerca, dando un toque diferente al momento. Todo se trata del ritmo y la cercanía en estos encuentros crudos.